Si pudieras
borrar de tu mente los recuerdos que te hacen sufrir, las traiciones, las pérdidas y los desengaños...
Si pudieras convertir tu mente en un mural en blanco donde volver a pintar tu
vida, ¿lo harías?
Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo situado entre montañas. No cree en los
cuentos de hadas, pero sí en la magia. Al fin y al cabo, Valira debe su nombre
a una reina feérica. Dice la leyenda que la sangre de las hadas aún corre por
las venas de sus habitantes, que el pozo del pueblo alberga el espíritu de la
reina y que el antiguo carrusel de la plaza posee poderes extraños. No, en
Valira nadie se atrevería a negar la existencia de la magia.
La víspera de San Juan, la noche más mágica del año, la mejor amiga de Aurora,
Erin, regresa al pueblo después de dos años viviendo en la gran ciudad. Y con
ella vuelve Teo, su hermano gemelo, cuya presencia Aurora prefiere evitar. Pero
la mirada de Teo no es tal como ella la recordaba, ni su pelo, ni su sonrisa. Y
cuando el más poderoso de los sentimientos asoma entre los dos, Aurora empezará
a dudar de si acaso estará viviendo la segunda parte de una historia de amor
olvidada o... no.
Con una voz potente, actual y profundamente evocadora, Laia Soler teje una
historia salpicada de magia que nos arrastra por las turbulentas aguas de la
memoria, el dolor y el amor para reflexionar sobre todo aquello que nos une,
nos separa y nos hace crecer como personas.
Después de leer Heima es hogar en islandés (Leer reseña) pensé que una buena
lectura playera sería Nosotros después de las doce y así confirmaría que
Heima no fue un espejismo.
Ahora, tras haber leído estas dos novelas ya lo puedo decir
bien alto. La prosa de Laia Soler es la mejor que he leído.
A mí no me gusta que se utilicen muchas figuras literarias,
porque la lectura se me hace muy pesada. Por eso antes de Laia Soler yo decía
que las partes que menos me gustaban de las novelas eran las descripciones.
Porque ahí la mayoría de autores cada dos palabras meten una metáfora, después
un símil y tras ello una comparación. Laia Soler es la única autora que ha
conseguido no solo que no me duerma en esas partes sino que las disfrute casi
tanto como cualquier otra parte del libro. Con su maravillosa pluma te hace
sentir que estás allí en Valira, bajo una noche estrellada compartiendo risas y
bromas con sus habitantes, disfrutando de una excursión a sus montañas, o
tomando un croissant en la pastelería de los padres de Aurora, y como con
Heima, cuando vuelves a la realidad solo quieres ir a ese lugar y disfrutar en
vivo y en directo de todas esas cosas que hacen de Valira un lugar mágico, que
creo está inspirado en uno de los pueblos del norte de España.
La segunda cosa que más me gusta de las novelas de esta
autora es su ritmo. Comienzan poco a poco, como cualquier otra, pero de repente
casi sin que te des cuenta la trama se hace cada vez más y más interesante y no
puedes parar de leer. En ningún momento pierde fuerza sino que lentamente va
adquiriéndola hasta acabar en un final apoteósico, lleno de magia y filosofía.
Como en Heima, me he enamorado de los personajes masculinos.
Me ha pasado con Teo como le ha pasado a la protagonista,
Aurora. Al principio me gustaba pero algo (bueno llamémoslo algo o abuelo
Bubois) me hacía no terminar de fiarme. Pero tras la noche de los zapatos, me
enamoré de él. Es un chico dulce, tierno que no teme expresar lo que siente en
voz alta, y que intenta hacerle la vida lo más fácil posible a las personas que
ama.
Creo que muchos que lean la novela, el abuelo Bubois le
recordará a alguno de sus abuelos. Laia Soler ha sido muy inteligente al
escoger a este personaje para el papel que representa en el libro, porque con
él nos da una clara muestra de que todos, absolutamente todos. Nos podemos
equivocar. Ya seas mejor o peor persona, tengas más o menos experiencia, seas
más o menos inteligente, para equivocarse solo hace falta estar vivo. Todos nos
equivocamos porque si no lo hiciéramos seríamos robots y así también nos
estaríamos equivocando.
En Nosotros después de las doce me ha gustado mucho
más la protagonista femenina que en Heima. Aurora comienza siendo la reina del
hielo. Alguien aparentemente sin sentimientos, que no creía en el amor, pero
poco a poco te das cuenta que ella no es así si no que las circunstancias la
han hecho que actúe de la manera en que actúa. Y cuando llegas al por
qué, probablemente pienses que es una mala persona pero era solo una cría
desesperada que tenía miedo de perder a lo mejor que le había pasado. Y me
callo ya porque al final se me escapa el Spoiler.
Los personajes secundarios: los amigos, los padres, los
vecinos e incluso el carrusel, que juega un papel muy importante en la
historia, me han encantado. Pero sobretodo Erin, la mejor amiga de Aurora y
hermana de Teo. Creo que todos deberíamos tener a nuestro lado a una persona
como ella.
Aunque la verdad es que me hubiera gustado que cobrara un
poco más de protagonismo y saber más de ella.
Pero lo que sin duda más me gusta de las novelas de Laia
Soler, y lo que en mi opinión la hace distinta a todos los demás autores son
los finales.
Si con Heima reflexionamos sobre la vida y la muerte, en
esta novela Laia hace que le demos el valor que tienen a los recuerdos, ya sean
malos o buenos. Y es que por mucho que duelan los recuerdos son solo nuestros y
son ellos los que forjan tu personalidad. Sin recuerdos olvidaríamos que es el
amor, la confianza, lo que se siente tras haber sido traicionado, o lo que pesa
una pérdida. Sin sentimientos todos seríamos como Aurora, personas con
corazones de hielo, incapaces de sentir nada porque no recuerdan que es sentir.
Si te gustó Heima esta es tu novela, eso sí en Nosotros
después de las doce, la magia pierde peso en el argumento, peso que gana la
relación entre los dos protagonistas. Un amor dulce, apasionado y frágil como
solo lo es el primer amor.
Buenas!
ResponderEliminarEstaba deseando probar la pluma de Laia y más ahora que he leído esta reseña y pinta el libro como si fuera puro amor ❤ ❤
Muchos besos¡Nos leemos!
Me ha encantado, ahora quiero leerlo
ResponderEliminarUn beso